martes, 31 de julio de 2012

EN EL ANDÉN DE LA ESTACIÓN.




Hay momentos en la vida en los que me vuelvo a sentir completamente niña

en una estación atestada de viajeros, protegida por unos brazos.

Pero de pronto, como en un sueño, la estación está vacía

y se aleja el último tren, con todos los pasajeros dentro.

Entonces me doy cuenta de que no tengo que elevar la vista

para mirar y hablar con la gente,

que todo se ha hecho silencio.

Ya no tengo que esforzarme para pensar más alto

y dejan de chocar los equipajes conmigo.

Entonces es como si la estación encontrara su destino

su justa medida sin ninguna despedida.

Me doy la vuelta, hacia el reloj que siempre me mira

y me veo como antes, la mujer adulta que parte.

Abro el bolso y busco un cigarrillo...

Consuelo
Julio 2012




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