Mis dedos,
autistas después de ti,
solo existen para naufragar
en el espacio abierto de tu cuerpo.
Mis labios,
sellados a tu piel,
saben ahora que no han nacido para hablar
y viven su destino de besos.
Mis pies,
descalzos, te reconocen
te recorren y te pueblan
con las huellas silenciosas
de todos los sueños acallados
hasta ahora.
Tú eres el único idioma.
Consuelo
Julio 2012
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