domingo, 1 de julio de 2012

MALDITAS SEAN TUS MURALLAS JERICÓ









                     No sé que demonio terrible y poderoso me tiene reservada para sí.  Uno de sus ángeles negros me impide abrir los brazos a un dios decendido del Olimpo, un dios que no es uno cualquiera.

           Viniste lleno de los cielos y las tierras, para liberarme de mi enredado laberinto. Pero las murallas que me aíslan permanecieron cerradas asegurando la impenebrabilidad en tan inexpugnable fortaleza.
           
            Vengo aquí, de nuevo, no para loar tu victoria, sinó para mostraros como duele el nacimiento de una cicatríz nueva, sobre un cielo oscuro ya lacerado por estrellas.

            Vengo aquí, completamente derrotada, para llorar por un tiempo y un lugar que reclamaban la vitoria.

             Duele el alma destrozada, llena de lágrimas que se abren paso a cuchilladas, descubriendo profundas gargantas por la piel ardiente que me guarda calcinada.

             Quería que tú vencieses, que destruyeses la infranqueable ciudadela amurallada, quería que al golpe de tus miradas un rayo misterioso asolase y calcinase estas terribles almenas a las que el rey de los diablos me mantiene encadenada.

             Cuando desde lejos te vi llegar, brillando tu armadura bajo el sol de la mañana, me vestí entusiasmada de banderas blancas ondeando al viento árido que a raudales me penetra, me doblega y me reseca.

              Mi alma desbocada reclamaba para si todas tus victorias y esgrimía todas mis armas para rendirlas a tus pies.

              Se produjo el encuentro de tus fuerzas con las del angel negro que me domina ... luego yo lloraba a este lado de la muralla y tu te ahogabas en el río de mi llanto que crecido te llevaba.

              Y luchaste con tus brazos y con todos los brazos nuevos que por amor, te nacían, intentando derribar la sólida muralla que se sin cesar se construye sobre si misma, sin necesidad de maestros ni de canteros. Una muralla ingobernable que no admite dueño.

              Y aún oigo tus gritos donde juras venganza al angel negro y en ellos me llamas amor, cuando yo sin llegar a tus brazos te bautizo amor, amor te llamo, a ti que peregrinas tras de mí por este reino de las sombras.

              Amor generoso que me regalas ... y yo aquí, queriendo llegarle me encuentro con las manos cercenadas.

               Buscaré entre mis ruinas la fuente donde brotan todas las pócimas, quizá si muero envenenada pueda ser al fin, tras la muerte, liberada.

               Vengo aquí, antes de morir, a deciros que no merece la pena vuestro dolor y vuestro esfuerzo, todo es inútil en esta unilateral batalla.

               Vengo aquí, a deciros que esta ciudadela no podrá absorver vuestras lágrimas, a deciros que no malgasteis vuestros amores en una conquista estéril... ya solo quedan ruínas y una alma llena enarenada.

Consuelo
Julio 2012





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