Puede ser que un día
el mundo se quiebre
en incontables y minúsculos cristales,
como lo haría un viejo y oscurecido retrato,
olvidado en un polvoriento desván.
Y este pequeñísimo
puntito azul,
agotado de su propia existencia,
tal vez pulverizado
y expatriado,
iniciaría un nuevo camino
hacia los confines de un universo
tal vez desconocido y extraño.
Viajaría
lastimado y herido.
Pero hoy,
cuando la luna es luna toda ella,
ajena a la luz del sol,
mientras camino muy cerquita
de las aguas del rio,
todo es intensamente verde, azul, añil, rosa,
todo luce aterciopelado,
colorido...
Y vibra la vida en cada instante
en cada forma y en cada color
ajena a un futuro que
alguna vez pensé
como poco prometedor.
Pero, muy dentro de mí
sé, que allá donde vayamos,
seremos silencioso polvo de estrellas
con una pizquita de alma
portadora de la más sublime belleza.
Seremos un brote de esperanza y de luz,
ajeno a cualquier tiempo o distancia,
ajeno a cualquier destino.
Seremos amor.
C
Marzo 2021
