Me desnudo lentamente
sobre las playas de tu cuello.
Dejo sobre tu piel
la última palabra que me nombraba,
y desciendo el desnivel
de tu pecho,
abandonando en él
el caudal de mis caricias
mientras prosigo hacia abajo,
hacia donde planea tu vientre,
para vaciarme los besos.
Me sigo desnudando
orientada hacia tu sur,
y allí dejo clavado
sobre tu vello erizado,
el último suspiro
que ocupaba mi boca.
Desciendo desnuda, vacía,
rasando el vuelo,
hacia la morada de Eros
donde palpitas
y desde donde tú me llamas
para darme un nombre nuevo.
Consuelo
Agosto 2012
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