viernes, 10 de agosto de 2012

ANTÍA, ALBA Y JANO.

















       Ayer, después de una jornada de trabajo y de una calurosa tarde urbana, me fui al encuentro de una parte de mi familia que vive en Madrid. Vuelve mi hermana Belén a Lugo, por vacaciones. Vuelve a su pequeña patria y trae a todo su rebaño con ella. Mis sobrinos de allá son más de acá que muchos de los ciudadanos nacidos aquí.

       Me encanta encontrarme con mis sobrinas, con Antía y con Alba, adolescentes, en plena efervescencia de sentimientos, descubriendo pensamientos antíguos como si fueran nuevos, desvelando los misterios de la naturaleza como si nunca pudieran ser conocidos... hablar con ellas me apasiona.

       Nos desbordan las risas, las exclamaciones, los besos...
  
     Me tienen completamente fascinada. Me gusta observarlas cuando hablan, son unas niñas extraordinariamente hermosas, de una belleza limpia y deslumbrante que irrumpe desde lo más íntimo de sus entrañas hacia los mortales que las contemplamos. A veces, incluso, me siento contagiada.

      Cuando Jano, de seis años, el más pequeño de mis sobrinos de allá me vió, se acercó corriendo y me besó efusivamente, al separarnos me miró con sus grandísimos ojos de aguas verdes y me dijo: "Consu, porque tú siempre hueles a mar?

      Creo que ha sido el piropo más lindo que me han dicho nunca... en plena ciudad,un día de calor y yo oliendo a lo que amo ...

     Y me hizo pensar sobre la terrible perspicacia que tienen los seres libres, inocentes... la increíble intuición de los que no están todavía comprometidos con el sistema, con todos los sistemas... la verdad de los que simplemente sienten.

     Esta mañana también me he despertado oliendo a mar.

      Consuelo
      Agosto 2012

     



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