Hay veces que siento como si la Vida fuera una cuchara de aristas afiladas, inmisericordes.
Y como que yo fuera un plato de sopa terminado...
Así me siento, calentada, recalentada, enfriada, soplada, removida, agitada, mezclada, aromatizada, batida, sorbida, chupeteada, lamida... y terriblemente dolida tras los embates de la Vida y su maldita cuchara.
Pero entonces pienso en la alternativa.
Si fuese un bellísimo plato ornamental, solo para ser observado y contemplado, juzgado y no usado... yo misma provocaría mi suicidio tirándome de la estantería al suelo.
Consuelo
Agosto 2012
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