No sé porque me enfado con el espejo
si cuando lo miro
sólo me veo.
Que sabrá él, de los reflejos de mi cielo,
si siempre está a oscuras
encerrado en mi baño,
sin atreverse a correr ningún riesgo.
Así que te busco en otros espejos
más audaces
entre los brazos de la noche,
enredado entre las olas
de mis mares interiores,
como si fueras un raro zafiro verde,
o un suspiro que se me escapa
cuando se vuelve rebelde mi pecho
y te exhala con voz de caracola.
Consuelo
Mayo 2013
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