He ido a ti con todos mis miedos,
Sabía que no sería nada fácil estar frente a ti, sola.
Desde siempre me has manipulado... me sobrecogías tanto, que únicamente podía evitarte. Quizá por ello fuera mujer de agua...
Pero como las estaciones maduran la fruta, así me ha madurado el tiempo. Y llegó el momento en que supe que tenía que entregarme.
Y fui hacia ti. Con todos mis miedos latiendo, pero al mismo tiempo, debajo de todos ellos, llevaba mi amor intacto.
Pero tu no me aceptaste por las buenas, me lo exigiste todo a cambio de tu amor.
Me hiciste temblar como nadie lo había conseguido, me hiciste dudar y me hiciste crecer en momentos, lo que no había crecido hasta ahora. Me maduraste a medida que me iba acercando a ti, porque me querías plena.
Querías mi corazón expectante de niña y mi pasión de mujer madura.
Te hiciste con todo mi sudor, mis latidos, mi respiración agitada y entrecortada... me abrazaste y lamiste mi piel.
La abriste suavemente para probar el sabor de mi sangre... y secaste mis heridas.
Si,lo has hecho. Antes de darme todo tu amor me has puesto a prueba, exigiendo lo mejor de mi... y te lo he dado todo.
A cambio me hiciste sufrir, exigiendo más y más... hasta que de mi no quedaba nada que no fuera la pasión que estaba sintiendo por ti.
Fue entonces cuando te abriste a mi, cuando me hiciste comprender que siempre habías estado esperándome , y me diste un placer inmenso... un placer que absorbió mi cuerpo, y más allá de mi cuerpo lo absorbieron mis cinco sentidos. Mi alma.
Y la hiciste tuya.
Colmaste mi vida... y ahora yo te pido más.
Volveré a sembrarme por tu piel de piedra, por tus altas cimas. Por tu corazón solitario, por tus venas azules de agua.
Y te llenaré de poemas.
Volveré a ti.
A ti, que eres todas las montañas.
Consuelo
Junio 2012
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