lunes, 25 de junio de 2012

ALEVOSÍAS.




He navegado en los mares de la noche
para llegar, alevosamente, a tu costado.

Y he jugado con tus labios inventados,
a recorrerlos primero con mis dedos,
desde las incipientes comisuras, 
siguiendo luego todo el borde perfilado
con las palabras secretas
con las que aún no me has nombrado.

Y me acerqué mucho, suavemente, 
para hacerlos temblar
con el aire de mi aliento
y entre sus pliegues somnolientos
escondí alguno de mis secretos más oscuros.

Alevosamente, dormías.

Y los recorrí despacio con mis labios,
demorándome en todos tus verbos
y luego suavemente, con mi lengua
escribí sobre ellos el argumento
de nuestra historia interminable.

Y tu dormías. Alevosamente.

Alevosamente los rocé con el borde
de mi lengua, humedeciendo tus preguntas,
para borrar la distancia eterna que nos separa.

Y tu dormías.

Alevosamente, muy alevosamente,
deposité un pezón entre tus labios
y entonces supe, que tu ya me conocías.

Consuelo
Junio 2012

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