Tuve que marcharme
como se va la mañana
en busca del sol de la tarde.
Tuve que dejar las brisas suaves
por encontrar la tempestad de los mares.
Y tuve que aprender a respirar
bajo las aguas
después de agotar el llanto,
renacer
para levantar la mirada
y buscar el canto de la sirena
que siempre sonaba
en el fondo de todas mis miradas.
Consuelo
Noviembre 2012
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