Cuando mi piel se vuelve circunstancia
y merodea sobre el enigma
circunscrito en la noche,
abandono la manada
y me voy a aullar las madrugadas,
bajo la luz de las estrellas
que te guardan.
Quisiera hacerme viento
y alcanzarte,
enroscarme bajo la caricia
lenta de tus manos,
cerrar los ojos,
suspirarte,
y comenzar el recorrido cierto
del universo dibujado por mis dedos
sobre tu piel
que murmura a besos el único nombre
que me nombra.
Diciembre 2012
Consuelo.
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