martes, 25 de diciembre de 2012

CANICAS




Me duele.
Secuelas...

Estoy quieta en mi sillón preferido junto a la ventana... todo es silencio y me dedico a pensar.
Me duele.
Y siento mi pequeño sillón como un regazo. Cálido, envolvente...
Podría llamar a mamá, esconderme en su regazo... pero eso realmente no me beneficiaría, no podría traspasarle el dolor ni quedarme tranquila sabiendo de su preocupación.
Podría llamar a mis hijos. Sus mimos, sus atenciones mitigarían mi dolor, pero no lo borrarían, y yo no podría quedarme tranquila sabiendo de su amor, utilizándolo como un cajón donde amontonar mi preocupación.
No, prefiero llamarlos y sentir su alegría, con ella crecen, se expanden, si yo los llamo para doblegarlos bajo lo que siento impediría su crecimiento. Ellos deben responsabilizarse de sus dolores, no de los míos. Crecerán con los suyos.
Así que cuantifico.
Bastante.
Aha... al decir bastante he cubicado un espacio que podría ser infinito. Ahora ya no lo es tanto... es perfectamente medible... tanto que ya puedo situar este dolor tan tonto frente a mi, y lo miro directamente... está dejando de ser un dolor para convertirse en una sensación definida con la que puedo experimentar...
Al mismo tiempo que es "mi" dolor puedo separarlo de mi. Darle entidad propia. Se lo merece. Es suficiente como para eso, pero no se ha esforzado tanto como para regalarle todo mi cuerpo, toda mi mente, todas mis preocupaciones...
Lo sigo enfocando... juego con él, intento tocarlo con un dedo imaginario y se retrae, se considera demasiado importante como para ser objeto de juegos... 
Aha... he encontrado su punto débil!
Lo cubico nuevamente para que no intente escabullirse y juego a perseguirlo... mis dedos imaginarios lo buscan y se va retrayendo una y otra vez sin darse cuenta que entre tanto ir y venir está perdiendo toda su inmensidad, toda su importancia... es tan manipulable, tan egocéntrico que me hace sonreír.
No se imagina ni por lo más remoto mis artimañas.
Lo sigo haciendo rodar y rodar, y mi sonrisa es cada vez más y más amplia. Esto consigue enfurecerlo, no está dispuesto a perder terreno y sigue girando sobre si mismo sin ver nada más... 
El juego prosigue, y ya me río abiertamente... se ha hecho tan chiquito, tan manipulable en mis manos, que ya no es más que una canica.
Así que la cojo y me la meto en el bolsillo mientras digo... aha! ahora lo voy a escribir y será una palabra simple y llana, ya no es dolor, es canica!

Consuelo
Diciembre 2012


No hay comentarios:

Publicar un comentario