Te escribo como lo hace el viento
con la suavidad del roce sobre una piel desnuda.
Dejo que surjan las palabras
con la misma confianza
que siente el viento
como sabedor de rutas.
Y salen de mis labios
con sus propias alas
para atravesar continentes,
por océanos de tiempo.
Y con la misma sabiduría que tiene la sangre
para circular por arterias y venas,
se despliegan como velas
sin error alguno.
Vuelan, con soltura,
sabiendo que podrán entrar por cualquier ventana
donde tú me aguardes.
C
Mayo 2017
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