Y se iban, hablando, las cosas
con su voz firme, de poesía.
Y se amainaban los vientos
amarrados a mis pechos desnudos...
Los pájaros dejaron de ser palabras
para mecerse
en las líneas dulces de mis manos.
Y las nubes se arrullaban
en bailes de olas, sobre los trigales.
Todo esto sucedía
cuando mis ojos susurraban tu nombre
y se bajaban las estrellas
a beberte de mis labios.
C
Septiembre 2016
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