A veces hago desaparecer el norte,
y también al sur y a todos los otros,
a todos esos puntos cardinales
tan locos
que me sujetan a un vértice concreto.
Y en silencio cierro los ojos
para irme hacia adentro,
hacia donde yo me nombro
y donde no encuentro patria, ni puentes
ni otras historias que me recuerden.
Solo un inmenso vacío
un sin fin y sin comienzo
un sin lugar y sin tiempo
donde no puedo esconderme.
Un vacío tan grande
tan extenso que no puedo recorrerlo
pero que cruza fugaz alguna galaxia,
que según se gesta,
se apresta a marcharse.
Ahí, donde debiera estar yo
o al menos algún adjetivo posesivo
o algún pronombre personal,
algo así, sencillo, como yo, o mío;
pero no, no hay nada,
algo así, sencillo, como yo, o mío;
pero no, no hay nada,
ni hay nadie que silbe
ni tan siquiera el viento.
Sin embargo siento
que ahí, sin verlo,
está un corazón latiendo,
el mío quizá,
latiéndote.
Consuelo
Marzo 2014
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