viernes, 21 de febrero de 2014

A DESTIEMPOS

























Qué pérfida ley de Talión
la que dormita
incrustada en las manecillas del reloj.

Ellas soportan como si fuera un beso
suave, cálido y lento
todo el tiempo que sostuvo y sostiene el universo.
Y el tiempo, sin rastro, en ellas transcurre así, leve.

Más en mi pecho, y en mi mente
se transforma en maremoto que todo lo incendia,
lo anega y lo humedece.
Y en mi alma se vuelve fiebre,
su eterno tic-tac intermitente.

Se hace en mi vientre fuego
y en mi sangre anhelo.

...
Desnudarse del todo. 
...

No es fácil arrancarse
el tiempo a jirones
y dejarlo palpitando sobre la almohada,
mientras me voy hacia la noche 
por la prometedora ventana.

Al susurro de la luna,
dejó el tiempo de ser,
y dejó de ser vestigio de lo que antes era;
se fue tornando en suaves dedos 
que escriben mis historias sobre los cielos,
y como tenues rastros de cometas en la oscuridad
me van anudando con sus luces pasajeras
a nubes de ternura, 
que me silencian y me exoneran.

Consuelo
febrero 2014


1 comentario:

  1. De nuevo el tiempo.
    Veo mucha madurez y muchas ganas de vivir y sentir. De atrapar el tiempo y frenarlo, mientras vives y sientes intensamente al margen de su paso.
    Yo también me apunto.
    En realidad el tiempo se frena cuando vivimos sin percatarnos de su paso. Es mejor olvidarlo, simplemente ignorarlo y se para. Seguro.

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