Duele correr a solas
sin la complicidad de otra mirada,
como duele la soledad
del corredor de fondo
que corre,
corre,
simplemente corre.
Duele la ingravidez
de sentirse hundir
en el propio llanto
como único abrazo
como único beso
pronunciado
con la única lengua.
Consuelo
febrero 2013
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