Al final de cada regreso,
más allá de cualquier montaña,
donde la luz viene del agua
hay una pequeña puerta
que casi nadie conoce.
Es una puerta secreta
a la que lleva el sendero
por el que caminan los sabios.
Para que esa puerta se abra
necesitas primero
enseñarle al cuerpo guerrero
el arte de la paciencia
de la escucha
y de la espera
en perfecta templanza.
Y al cerebro,
a la mente traicionera,
has de enseñarle
el refugio
en el arte de la espera,
en la más amorosa entrega.
Consuelo
febrero 2013
año de la serpiente de agua
No hay comentarios:
Publicar un comentario