Hoy me trae la noche
un sinfín de llamadas.
Golpea con insistencia
la lluvia en los ventanales
como si cada gota trajera
un cuerpo con cien mil manos
y como si cada una
viniera con un llamado
a reclamarme.
Acaso haya noches como ésta
que haya que atravesar
a ciegas,
igual que hay calles
casi desiertas
que hay que recorrer
a solas.
Guardan una belleza incierta
que no viene detallada
en ningún libro de texto.
Pero en cierta manera
es como si fuesen un ritual
para que luego la mirada
pueda elevarse nuevamente al sol.
C
Febrero 2017
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