Hay espacio suficiente en una palabra
para ahogarme
y desplazarme hacia fondos
submarinos
más allá de cualquier mirada.
Allá en aquellos reinos
donde la luna es reflejo
y los astros alfombran los suelos
mi piel se tergiversa
y se fragmenta
y me diluye
entre silencios portentosos.
Luego amanezco
con ojos oceánicos
y la voz quebrada,
como si ecos de caracolas
almenaran mi garganta.
Blancas y húmedas
guirnaldas de estrellas
ruedan en torno a mi cuello
y se detienen lentamente,
cimbreando en mi cintura.
Hay palabras así,
profundas como el silencio
que me hacen universo.
C
Septiembre 2016