Ya no me asustan los cielos gigantes
esos que se desploman, te cubren y te hieren
con su belleza afilada
mientras penetran el alma.
Hubo una noche llena de estrellas
en la que andaba perdida y a solas,
cubierta de sombras...
cubierta de sombras...
Mientras sobre el frescor de la hierba
estaba de espaldas, cautiva entre la tierra y el cielo,
extendí mis manos para capturar una estrella
pensando prenderla en mi frente
para que tú, siguiendo su brillo,
me reencontraras.
.
Cuando casi la tenía cogida
supe que no podría retirarla,
porque mis brazos serían montañas,
continentes enteros,
puentes infinitos, senderos
por donde se deslizarían todos los mares
de afiladas y brillantes estrellas.
de afiladas y brillantes estrellas.
Todas querrían venirse a descansar en mi frente
y yo misma me convertiría en lucero
para volver a brillar como si fuera el primer instante
del primer primero de enero...
¡Que oscuro y que triste quedaría el espacio
donde nacen las noches
si yo, ahora, retirase mi dedo y dejase abierto ese hueco
por donde, una tras otra caerían,
todas las estrellas
hacía donde comienza mi cielo.
C
Abril 2015
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