Al roce de mis pisadas
se va estremeciendo la noche,
y al filo de la madrugada
cuando ya nada se mueve,
cuando ya ni siquiera aletea
el brillo de la última estrella
tras el oscuro velo,
yo continúo caminando,
y recogiendo las flechas
que llevan tatuado mi nombre.
Respiro sin prisas.
Y al roce de mi aliento
te voy conjurando
para que mantengas la luna encendida
y puedas encontrarme despierta.
Consuelo
Noviembre 2013
Eres una auténtica maga de las palabras.
ResponderEliminarCada uno de tus poemas es todo un conjuro de belleza plástica escrita y susurrada. Una caricia, un murmullo sensual cálido y despierto.
Arte puro.
Gracias por la atención y por el mimo con que envuelves mis palabras.
ResponderEliminarGracias también por tu presencia a veces secreta, a veces manifiesta, como la luz de un faro que en la noche abriga y aproxima los sueños de retornos al hogar, que cálidamente nos aguarda.
Abrazos cazador de instantes.