Amado mío,
mi divina Inspiración,
he vuelto sin haberme ido,
tu tierno abrazo reposa aún sobre mis caderas
y tus labios descansan sobre los míos.
He vuelto para besar suavemente
los labios de todos los dormidos.
He vuelto para susurrarles
tiernamente, al oído,
que todo ésto no es más que un sueño,
un pequeñísimo desvarío.
He besado todos los labios,
incluso los míos
que también duermen
o durmieron
y ahora sonríen
atravesando las últimas brumas del sueño.
Consuelo
Septiembre 2013
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