Qué puede importar que aúllen los lobos
por los interminables paisajes boscosos
que se van adentrando en lo profundo de mi corazón,
si yo puedo sentir que vagan en libertad
por estas amadas llanuras de nieblas azules.
Qué puede importar que sienta al Minotauro,
vibrar y retumbar
vibrar y retumbar
en las horas más oscuras,
al hacer sus solitarias rondas por el intrincado laberinto
de mi corazón,
si está henchido de sol.
Es hermoso sentir
que lo salvaje y lo tierno pueden convivir en armonía,
y qué donde moran las fieras más salvajes
también pastan los unicornios más azules
en mansos bosquecillos de riachuelos cantores.
Así es mi corazón
que al norte, donde su rítmico latido
de sangre golpea rojos horizontes,
se torna en profundos mares
de inmensas, serenas y verdeazuladas olas.
En este misterioso lugar que yo soy
confluyen océanos, lagos y flores,
y en amor vagan fieras y unicornios
bajo un millón de las estrellas más azules.
C
Abril 2019
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