Qué cierta y liviana es la simplicidad
de la belleza...
Es tan eterna y al mismo tiempo
tan fugaz y tan leve ...
tan certera
como un velocísimo disparo
hecho a quemarropa
sobre el centro del corazón.
Y allí hace morada
latiendo silenciosamente,
respirado despacito
como queriendo pasar inadvertida...
Aletea
insinuante
y cuando, al fin, la conoces
se fuga por entre los barrotes
pues ningún corazón puede ser su jaula.
Tú y yo, siempre seguimos su baile
silenciosos, vibrantes y callados,
espectadores sublimes
de sus misteriosos movimientos.
Tú y yo
tan frágiles, tan eternos y tan cambiantes
tan hermosos y tan sublimes
tan certeros,
que quizás podríamos ser
simplemente ... ella
la belleza
eterna, callada
y presente.
C
febrero 2019
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