Tú sabes, verdad, amor
que el tiempo nunca corrió conmigo,
río arriba
que el tiempo nunca corrió conmigo,
río arriba
ni jugó contigo,
a perseguirme,
a perseguirme,
río abajo.
O, tal vez sí,
-y nunca lo supimos-
fuimos hilos de su invisible
telaraña
y allí quedamos prendidos
como en un juego
de tan solo cuatro manos,
esperando
ser objeto de su hambre.
Tal vez, alguien dijera,
viendo este extraño juego
desde fuera,
"pobrecillos,
viendo este extraño juego
desde fuera,
"pobrecillos,
están perdidos".
Pero nadie supo
jamás
que tú y yo
éramos el propio tiempo
tejiendo con amor
su difícil geometría.
C
Junio 2018
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