Lo sé.
Vendrán todas las aguas
a legitimar sus caudales
sobre mi vientre hambriento.
Vendrán una tarde cualquiera
a pedirme cuentas de todos mis naufragios
de mis islas secretas
y de sus escondidos tesoros.
Vendrán, disfrazadas de lluvia
y de melancolía
a golpear mis ventanales
justo, una tarde perdida
ni tuya ni mía.
Vendrán, lo sé.
Cuando vuelen las hojas al ras del suelo
y suene entre ellas una lenta melodía.
Una de esas tardes
que no son de nadie.
C
Septiembre 2017