Ahora que puedo mirar hacia atrás,
hacia puertos lejanos
puedo contaros mi historia.
Deciros que tras la carta de ruta
se encontraba el mapa de una deriva,
que tras el rosal y sus rosas
estaba el otoño y la espina.
Que tras el vino servido
en copa de cristal finamente tallado
venía la gota de veneno
pulcramente escanciado.
Que tras el espejo de oro
en su otra cara de luz apagada,
estaba yo, escondida,
esperando ser encontrada.
Y sé que interpretaba bien el mapa,
esperando perderme,
que estrujaba en mi mano la rosa
que callada escondía el afilado silbido
de un puñal plateado.
Y me bebía el vino y su espuma
y saboreaba el veneno
confiando en su efecto.
Después de todo
aún si cierro los ojos
sé que viento
me trae la lluvia...
C
Enero 2016
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