Llueve ....
Llueve intensamente.
Llueve demasiado para una ciudad tan pequeña.
Demasiado incluso para un cuerpo tan pequeño ...
Lluvia incesante, que a veces como piedras,
a veces como espadas, o como rosas
cae sobre mi espalda siempre mojada.
Mi cuerpo se está volviendo agua
y todo lo miro extrañada
con ojos de pez que apenas comprenden nada ...
El mundo se vuelve raro
para un corazón que tiene una mirada lejana de ave.
A veces, como un milagro, se abre el cielo
para mostrarme un sol anaranjado y púrpura
que me mira con sus ojos serenos
de aire atardeciendo
y que me habla con su voz de fuego
de una tierra extraña
donde el agua deja de ser agua.
Y así, para sentir mi naturaleza de tierra,
de aire y de fuego,
y para comprender la lluvia de cada instante,
renazco en algún lugar lejano
con la piel lustrosa y brillante de una niña
que guarda en una mano
un ojo de pez y en la otra un ojo de ave.
C
febrero 2015
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