Vienes antes del amanecer
como un huracán de fuego
a encender mi vientre
y anegar mis venas.
Arrasas mis lágrimas
casi como si fuera un pago
un tributo
que nunca cesa.
Al llegar la noche
regresas
con el mismo fuego
a inflamar mis sueños.
Y entre la mañana y la noche
cada respiración contigo
es un sortilegio
un mundo de círculos
que se disuelven
entre miradas y risas.
Consuelo
Enero 2013
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