Tras esa finísima línea azul,
que taladra los cielos
y va dibujando horizontes,
dejo reposar mi mirada.
La dejo, lánguida,
enmudecida
por la inalterable belleza
de lo efímero.
A este lado de esas profundas aguas
me sostengo sobre un mundo
de universos caídos
convertidos en finísimas arenas.
En momentos así,
me gusta cerrar suavemente
los ojos
y sentir en ese pequeño instante
el contrapunto de lo eterno.
C
Octubre 2023